sábado, 26 de enero de 2008

Herencias

Hace seis meses, un día de agosto que debió ser como el 6, mi mamá echó un flachazo de buenas a primeras mientras yo salía apurada a impartir mi primera clase formal contratada por una prestigiada institución educativa privada con campus en todas partes. Ella argumentó que era el primer día de maestra de su querida hija y que eso era importante. Tratando de entender su lógica, me pregunté por qué entonces no me había tomado una foto en mi primer día de trabajo en el periódico más conocido del estado, al fin había estudiado para periodista y no para maestra. Claro, no había explicación más obvia: mi mamá es maestra.
No sé en qué momento uno decide su profesión (yo creo seguir sin decidirla), pero si hacemos un recorrido flashback por nuestra historia solemos encontrarnos con indicios o pequenos símbolos de nuestra vocación.
Mis hermanos y yo crecimos viendo a mis papás planeando clases los domingos y discutiendo problemas de los alumnos en las comidas, pero también afirmando que no seríamos maestros. Mis papás decían que éramos libres de estudiar cualquier carrera, y lo hicimos: mi hermana está a punto de ser enfermera, mi hermano estudia medicina y yo me gradué de periodismo y letras. Sin embargo, los tres hemos llegado a dar clases de alguna u otra extrana forma.
Ayer entré por primera vez ( y por metiche) a una clase de bioquímica que mi hermano imparte en la facultad de medicina de la UNAM a estudiantes menores que él (por supuesto no entendí nada, y sí, él debe ser más nerd que yo). Necesité sólo seis meses en la docencia para entender la foto de mi mamá. Sé que es cursi, pero también se me antojó tomarle una foto a mi hermano.
Apenas unas semanas antes, en Hermosillo, esperando se desocupara para entregarle unas llaves, observé a mi papá dando clase. Cuando era nina debí haber visto muchas de sus clases, pero hasta ahora que vi a mi hermano y que me recuerdo a mí misma frente a un grupo, me doy cuenta de que la vocación pareciera ser una ineludible herencia genética (claro, no en el sentido estrictamente positivista del término, no soy científica y no tengo forma de comprobarlo). No sólo el hecho de dar clases en sí, sino el estilo, la forma de interactuar con los alumnos, de explicar o ejemplificar, independientemente de la materia, es el misma en los tres (tendría que observar a mi hermana explicando salud reproductiva a las senoras de su clínica para comprobar la tesis).
Antes de llegar a ser profesroa por determinación de un contrato que así me nombraba, ya lo había sido al jugar a la escuelita, dar asesorías a mis companeros de primaria, instalar mi propia escuela de inglés para mis amigas de secundaria, dar catesismo e impartir capacitación diversa (lo de haber tenido un novio profesor lo dejo optativo de incluirse en la lista).
Para algunos amigos que comparten el oficio, ser maestro es sólo un trabajo que te deja dinero y tiempo para escribir; para otros es una actividad productiva como cualquier otra. No sé si ser maestro será el mejor oficio del mundo como dice mi mamá (por las vacaciones, sin duda), pero lo cierto es que descubrir esa vocación en mí fue como cuando un nino descubre que además de gatear puede caminar, y que esta actividad le resulta tan cómoda y natural como la otra (claro, como los ninos, después de varios esfuerzos por no caer en el intento).
En términos religiosos, la vocación alude a un llamado divino para realizar cierta actividad. Independientemente de las creencias del lector, lo del llamado (divino o no, según cada quien) es la explicación, si no científicamente comprobable, sí más intuitivamente creíble. La vocación supera a la profesión u oficio del individuo, a sus metas y voluntad. La vocación no es el resultado de cursar una carrera universitaria, sino el de toda una vida de pequenos o grandes signos a la espera de ser interpretados y vividos.

4 comentarios:

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

espero que mi negación a dar clases continue por mucho tiempo más...

Carmen Sa dijo...

la vocación como un llamado... mmm... muy religioso... muy sobrenatural... o encontrar esos signos (del llamado) depende de un ejercicio de hermenéutica muy subjetivo.
lo qe yo creo es qe hay aptitudes y gustos. a veces coexisten en una persona, a veces no. a veces que uno puede resultar muy apto para una cosa y sin embargo no gustarte (o creer que no te gusta porqe no has probado hacerla); y puede no gustarte porque estás negado a qe te guste (porqe ciertas experiencias te condicionan, etc). a veces algo no te gusta porqe de plano sientes qe no lo haces bien, y te frustra y te hace infeliz. a veces qe las personas se encuentran haciendo lo qe no deseaban hacer, lo qe nunca hubieran imaginado llegar a hacer, y encuentran que hacen eso bien y que les gusta. es cuestión de estar abierto. bueno, lo qe quiero decir es qe esto no depende de llamados ni de nada por el estilo, depende de una formación qe nos hace querer o poder hacer algo bien y con gusto, o no... si somos aptos para algo y al mismo tiempo encontramos qe nos gusta hacerlo, depende de nuestra historia de vida, de nuestra infancia y estimulación, de los ejemplos qe vemos. no de otras cosas.
si tus hermanos y tú cayeron dentro de la docencia... bueno, todos caeremos en la docencia tarde o temprano. es claro en las estadísticas que todo profesionista estará en la profesión en algún momento de su carrera. si por fortuna e inesperdamente encontraron ustdes que les gustaba, tiene mucho qe ver con qe estaban abiertos a ello, y probablemente con el ejemplo de sus padres, con verse aptos para ejercer tal profesión, con los logros, con el éxito.
créeme, la genética influye poco en estas cosas. uno aprende (adquiere) el 95% (aprox) de gustos y aptitudes, de hábitos y todo, en los primeros años de vida, en la infancia. (el resto, lo adquiere uno después.) en eso hay algo misterioso, no cabe duda, pero no mágico y sí muy natural.

LilaLili dijo...

Mi intencion es que reflexionemos sobre eso de la vocacion o el destino, me parece muy cierta tambien tu interpretacion,puedo contar muchos casos como el que mencionas, aunque creo que tambien debe haber historias como la mia. No cabe duda que de todas formas nadie sabe hacia donde lo lleva el destino, lo elija o no. Un honor tus comentarios si eres la Carmen que creo, si no tambien :)